En la entrada de hoy trataré un tema relativamente controvertido como es la genética. Actualmente vivimos una psicosis de
lo “políticamente correcto” que ha provocado nuevas censuras en la sociedad.
Entre ellas se encuentra la escasa capacidad de hablar con naturalidad sobre
razas y su consiguiente carga genética. Se ha llegado a un extremo donde somos
capaces de autocensurarnos por miedo a ser calificados como racistas. Hablar sobre
los orígenes raciales de los seres humanos no debe ser un problema siempre que se
haga desde una perspectiva coherente. Hispanoesfera considera que todos los grupos raciales (tanto los mayormente homogéneos como aquellos surgidos del mestizaje) tienen el
derecho de poder expresar libremente el orgullo y reconocimiento a sus
ancestros, puesto que la genética es el reflejo del legado de nuestros
antepasados.
He preferido dividir la cuestión genética en dos
entradas claramente diferenciadas y esta primera parte se centra exclusivamente
en los orígenes genéticos de España y Portugal. Cabe resaltar que la raza blanca es la más diversa en cuanto al color del pelo y los ojos de sus
miembros. Este hecho ha provocado que se elaboren diferentes subdivisiones
raciales para distinguir mejor esos rasgos identificativos. A pesar de esta
aparente heterogeneidad, algunos estudios genéticos sostienen que el ancestro
común más reciente de los europeos occidentales data aproximadamente del año
1000. Esta fecha sería sorprendentemente cercana en términos genéticos y más
cuando el tamaño de la zona es considerable.
Respecto a España y Portugal hay que destacar
que una gran diversidad de pueblos han habitado en la península ibérica a lo
largo de la Historia. Entre los más destacados están los tartessos (pueblo
nativo original), íberos, celtas, fenicios, griegos, cartagineses, romanos, suevos,
visigodos y árabes. Sin embargo la genética hispanoeuropea apenas se divide en
dos ramas principales y una secundaria. El mayor aporte genético de España y Portugal es
de origen sureuropeo (mediterráneo), representando el 40% - 50% de los genes totales. Este
hecho confirma la gran importancia de la provincia de Hispania dentro del
Imperio Romano como principal receptor de emigrantes de la península itálica.
El segundo mayor aporte genético peninsular es de origen noreuropeo (escandinavo),
representando el 30% - 40% de los genes totales. Este porcentaje pone de
relieve la significativa influencia germánica traída por los visigodos tras el
hundimiento del Imperio Romano y durante la Reconquista. El tercer mayor aporte
genético de la península ibérica es de origen norafricano (Magreb), representando
aproximadamente el 5% de los genes totales. Este dato obliga a reflexionar
sobre la paradoja histórica producida durante la Reconquista, ya que explica la
escasa influencia árabe en la genética hispanoeuropea. Aunque los musulmanes
habitaron en la península ibérica durante más de 700 años, nunca consiguieron borrar
su imagen de pueblo invasor entre los descendientes de los visigodos. Esta
situación sumada al hecho de profesar diferentes religiones limitó en gran
medida el intercambio genético entre ambos pueblos. Tanto fue así que los
árabes acabaron siendo expulsados de la península en dos fases diferenciadas.
La mayoría de ellos se vieron obligados a marcharse tras la conquista del Reino
de Granada en 1492. El resto de musulmanes que permanecieron en España conformaron
una minoría conversa (moriscos) que aglutinó al 4% de la población peninsular
hasta que fueron expulsados definitivamente en el año 1616.
Mapa genético noreuropeo (escandinavo) |
Mapa genético norafricano (Magreb) |
Espero que esta entrada aporte un poco de
normalidad a un tema tan polemizado como la genética. Algo esencial en el ser
humano no puede convertirse en un asunto incómodo lleno de tabúes. La realidad
es que la genética marca gran parte de nuestro ser, puesto que somos el
resultado de la suma de nuestros ancestros. Los humanos podemos renegar de
nuestra cultura, nuestro idioma, nuestras costumbres o nuestra nacionalidad.
Pero no podemos renegar de nuestros genes porque los lazos de sangre conforman
la estructura primaria de las relaciones humanas hasta el punto de ser el
origen de las diferentes civilizaciones en el mundo. En mi próxima entrada
hablaré sobre la expansión de la genética hispanoeuropea en el continente americano.
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